Montsant
Denominación de Origen
Llisca
Contacto
Plaça Quartera 6 43730 Falset
Ficha técnica
1.875
HECTÁREAS
53
BODEGAS
Variedades de uva
Garnatxa blanca, Macabeu, Garnatxa roja, Macabeu, Pansal, Moscatell de gra petit, Picapoll blanc y Parellada.
VARIEDADES BLANCAS AUTORIZADAS
Garnatxa negra, Carinyena, Ull de llebre, Syrah, Merlot, Cabernet sauvignon, Garnatxa peluda, Monsatrell y Picapoll negre.
VARIEDADES NEGRAS AUTORIZADAS
En la DO Montsant, el paisaje y el vino han ido de la mano a lo largo de los siglos. Sus viñas, cuidadas como auténticos tesoros, tienen Historia con mayúsculas. Una Historia, la de la DO más joven de Catalunya, que, con empuje y renovado entusiasmo, camina hacia el futuro. El paisaje ha sido entendido siempre por la DO como elemento de identidad y valor cultural.
En una zona eminentemente agrícola, este paisaje forma parte de la riqueza patrimonial que, desde siempre, ha sido considerado como uno de los bienes más preciados por los viticultores y bodegas que conforman la DO Montsant. Y, como no podía ser de otra forma, los vinos de la DO Montsant son fieles a su origen, resultando unos vinos únicos que hablan de cómo un clima mediterráneo lleno de contrastes, la orografía accidentada, la variabilidad de suelos, las variedades de uva y la mano del hombre influyen para dar vida a unos vinos singulares, con identidad propia y con un carácter y riqueza inconfundibles.
Los vinos tintos son los más comunes en la DO Montsant. De cerca de los 7,5 millones de kg anuales de producción de uva, más del 90% corresponde a variedades tintas, donde destacan la garnacha y la cariñena, por ser las mejor adaptadas a las condiciones de la DO y las que mejor transmiten la uva su identidad.
Ambas dan vinos con cuerpo, muy aptos para la crianza. La garnacha tinta tiene un perfil aromático muy sensual, de gran complejidad, y produce unos vinos bien estructurados. Por su parte, la cariñena es aromáticamente muy intensa y produce vinos de grado moderado y con muy buena acidez. Los vinos blancos se elaboran mayoritariamente con las dos variedades tradicionales de la zona: la garnacha blanca, con más cuerpo y estructura, y el macabeo, que da vinos más finos. Ambas se distinguen por su sedosidad, estructura y aromas elegantes y sutiles.
Un territorio donde conviven desde grandes e históricas cooperativas hasta pequeñas bodegas familiar, pasando por iniciativas privadas, todas ellas con un objetivo común: elaborar vinos de calidad que transporten a la riqueza de este territorio tan diverso.
